lunes, 21 de septiembre de 2009

El Jardin II

(Antes de leer esto, por favor lean El jardin unos posts mas abajo)

Por navidad pedí muchos deseos y solicité dejar de ser Sólo un Formicidae; también pedí muchos espejos.

Lo peor de todo fue que encontré un caramelo y un repelente para insecticida cuando en realidad, esperé no encontrar alguno. En ése momento levanté cien veces mi peso-y sí, me rompí el cóccix; misteriosamente, no lo sentí-.

Así que me di cuenta que sí, mis construcciones son sólidas y que esporádicamente evitarían un terremoto, pero -¿Por qué sólo un caramelo y un repelente para insecticida?- No paraba de cuestionármelo.

Por un momento noté que nadie nunca me dio las gracias y ,me di cuenta de que no que no debo esperar nada a cambio de mi ayuda; sin embargo, después de razonar por un momento llegué a la conclusión de que quizá no todos saben donde vivo o quién soy exactamente, por ende no me lo pueden agradecer. Finalmente, otra idea llegó a mi cabeza –y quizá sea la más sensata de todas-:

“Todos alguna vez han agradecido mi ayuda, pero sólo unos pocos son aquellos que valientemente lo agradecen pues temen que el mundo sepa que tan identificados se sienten con mis escritos y por ende den a descubrir su lado vulnerable”.

Pasaron tres navidades y sólo esta persona me dejaba éstos presentes, aparentemente buscaba mi supervivencia y mi evolución. Inesperadamente descubrí que tenía un mentor y un nuevo consejero, un viejo amigo que siempre estuvo ahí y que hasta este preciso momento nunca le agradecí. Él es mi obrero , mi Formicidae, que levanta más de cien veces su peso y no se cansa de hacerlo, pues cree en mí y construye todo el cimiento en el que construyo para ustedes y sin él yo no estaría en este nivel de la cadena evolutiva.

Saben, yo no tengo miedo y ésta es mi manera de agradecer.

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